domingo, 6 de noviembre de 2011

UN DÍA CON EUGENIA BAS

En el Día Internacional de la Mujer Rural, el pasado 15 de Octubre, A.M.I.O., Asociación de Mujeres de la Izquierda Oliventina, se desplazó a visitar a Eugenia Bas, una mujer de 47 años, vecina de Cheles y encargada de la finca DOÑA MARÍA de San Francisco de Olivenza.



Para nosotras será un domingo especial y enriquecedor; para ella sólo un domingo mas…o ¿lunes quizá? “las tareas del campo no se pueden dejar aunque sea fiesta, el ganado tiene que comer todos los días”.



Eugenia es la mayor de 8 hermanos, por lo que muy pronto se puso a trabajar para ayudar a sus padres a sacar la familia adelante. Al cumplir la mayoría de edad funda su propia familia (4 hijos Y 7nietos) y sigue su vida en el campo. “Mi padre hacia hornos de carbón, antes de casarme cuidaba el ganado de mi padre y a sacar carbón. Luego me casé y me volví al campo otra vez”.







Nos recibió en la entrada de la finca con una sonrisa cautivadora y una pose de mando indiscutible. Cercana, cariñosa, natural y segura de sí misma, son algunos de los adjetivos que describen nuestra primera impresión. Comenzamos la visita viendo la habitación de sus manualidades; bolillos, punto de cruz, tejas pintadas, abanicos,…Que es a lo que se dedica en su tiempo libre. ¡TIEMPO LIBRE! Increíble, pero esta mujer además de cuidar a más de 100 vacas, otras tantas ovejas, toros, cerdos, gallinas, gansos…mantener la finca y su casa, aun tiene tiempo libre. "Ni viendo la tele paro. Si he hecho hasta las canastillas de mis nietos. Con una caja de cartón y la he forrao y la he adornao y así toa la historia. Hay que tener imaginación”.




Posteriormente recorrimos cada rincón de la finca quedándonos fascinadas por su fuerza al echarle de comer a los cientos de animales, con sus gratas anécdotas con la crianza de los animales, los apareamientos y con su sonrisa incansable, la cual no borró de su rostro en ningún momento de la visita.







Pudimos conocer a Manolillo, un ternerito al que alimentaba con biberón porque su madre había muerto; Margarita, la única vaca blanca y negra que era la que daba la leche y a Federico, el burrito de la finca. También pudimos comprobar una de las cosas negativas del campo, la muerte de una vaca. La vimos a lo lejos mientras paseábamos en el tractor por la finca. De momento, Eugenia la vio y dijo “por lo hinchada que esta… le ha dao una indigestión comiendo bellotas”. Algo que según nos comento determinaría el veterinario del seguro en cuanto la viera.


Le preguntamos si cambiaría su vida en el campo por la de la ciudad y su respuesta fue clara y concisa: “a mi el campo me gusta demasiado y no es como dice la gente que es…otra vida. Yo no pude ir a la escuela, porque no pude, yo tenia que ayudar a mi padre y no podía ir a la escuela pero por lo demás no me da miedo meterme en ningún lao. Ya habéis podido comprobar que ¡lo mismo le corto los cojones a un guarro que te hago una puntilla de bolillos!”




Nos cuenta que como mujer ha tenido algunos impedimentos en algunas fincas extremeñas, como el cobrar menos solo por ser mujer, pero que en otros lugares como por ejemplo Castilla la Mancha, en naves de cochinas de crías, prefieren el trabajo de la mujer. Al preguntarle el por qué nos contesta: “A tu hijo lo cuidas tu, miras más que tu marío, en que no se vaya a caer, no se resfríe,…pues con las cochinas pasa igual”.

Pero su frase, la que define su carácter y la que queremos transmitir es: “nunca he dicho que eso no lo puedo hacer; hay que ponerse ha hacerlo”.

Y así dejamos a Eugenia continuando su rumbo. Nosotras nos marchamos enriquecidas, orgullosas y confirmando nuestra primera impresión: cercana, cariñosa, natural, firme y segura de sí misma….así es ella.







GRACIAS EUGENIA

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